miércoles, 28 de mayo de 2014

Ya lo contamos   

 SOMOS MISIONEROS 

Hoy les vamos a contar la historia de la Virgen que es nuestra patrona:

     LA VIRGEN DE HUACHANA 
Telésfora Verón, se llamaba la jovencita que en infinitas ocasiones, en 1820, le contó a su familia acerca de las apariciones de la Virgen en la soledad del monte, pero nadie le creyó, es más, todos consideraban que estaba loca. 
La niña triste porque no se le creia  salió en silencio de su humilde hogar y se perdió en la espesura del monte, que a esa altura ya se había convertido en su mejor amigo. Llegó al lugar sagrado y esperó el celestial encuentro de siempre. Pasaron unos instantes, y el milagro volvió a iluminar la oscuridad del bosque impenetrable, y trajo sosiego a su alma.  
 Observó la imagen divina por eternos segundos y regresó con urgencia a su pequeña casa. Los enérgicos latidos de su corazón le habían quitado la voz, pero no el poder de asombro. La familia reunida en la mesa la miró (otra vez) con desaire y  con  ganas  de  no escucharla, justo  en el momento en  el que recuperó   su palabra. La he visto de nuevo… juro que la he visto de nuevo”, anunció enfáticamente, pero ninguno de los comensales quitó su mirada de lo que ofrecían los platos servidos.    
 Por enésima vez en su vida, clavó su mirada al piso de tierra y girando 180 grados, encaró por la precaria puerta de lienzo para no regresar nunca más. Si, la niña cansada de que la tomaran por loca por lo que decía y afirmaba, se introdujo en la espesura del monte santiagueño para no volver jamás a su hogar. Pero esta decisión de la joven Telésfora no pasó inadvertida  para su hermano Juan Cruz, quien logró a todos que valía la pena llegar hasta el lugar de las apariciones para comprobar lo que Telesfora decia.  
 Una noche,  Félix Taboada a cargo del destacamento policial de Huachana, reunió a los lugareños y caminaron al  lugar donde Telésfora afirmaba que aparecía la Vrigen , junto a un árbol, hicieron vigilia toda la noche. Pasaron algunas horas y el  frío comenzó a adormecer  las ansiedades.  Para mitigar la helada soledad del monte, prendieron una enorme fogata .  En medio de enormes llamas que ardían en todo su esplendor, una imagen celestial enmudeció al monte y a todos sus habitantes. 
Era la Virgen María, la que tantas veces se le apareció a la niña, a quien nunca le habían dado crédito y habían dejado partir para  siempre, los testigos de aquella divina  aparición  apagaron las llamas y comenzaron, sin saberlo, a forjar la historia  de la Virgen de Huachana.  Con el humo anunciando el final de la fogata, Juan Cruz Verón, hermano de la niña que vio por primera vez a María, trasladó la pequeña imagen hasta su humilde hogar, donde por muchos años miles de devotos llegaron a venerar a la Virgen.